Madrid es una ciudad que siempre me ha «asustado» por grande. La domino poco, conozco poco la ciudad. Aunque vengo mucho por trabajo, suelo ir del AVE/aeropuerto al hotel, taxi a las reuniones y ya…
En 2004 vine a Madrid de vacaciones con Ela por primera y última vez (hasta ahora). En ese viaje conocimos la ciudad más «turística», fuimos a museos, monumentos, palacios. Y a Toledo. En 2004, yo todavía no había comenzado a estudiar fotografía, aunque ya me apasionaba.
10 años exactos después, he decidido volver a Madrid de vacaciones. Las cosas han cambiado mucho, sobre todo en mi interior. Por un lado, ahora veo la ciudad con ojos fotográficos, la luz, los colores, la gente, los rincones… Por otro lado, desde el 2003 cuando aterricé en Barcelona, he crecido y conocido muchos lugares. Las ciudades grandes ya no me asustan tanto, Europa ya no es el «gigante desconocido» que era hace 11 años cuando llegué. El metro, el bus y el tren que hace 11 años me generaban impacto y respeto, hoy son herramientas de mi vida y mi rutina.
Además, mi manera de hacer turismo hoy es muy diferente a como era antes. Ya no me interesan las ciudades por sus monumentos, museos y zonas históricas. Ahora, me interesa caminar, y perderme con mi cámara, y callejear, descubrir rincones, tomarme un café en una plaza linda, disfrutar simplemente andando. Solo visito museos si hay alguna exposición que me interesa. Huyo del turismo en masa siempre que puedo, y camino… Siempre camino.
Ahora estoy en Madrid, tomándome una cerveza (o un café) y pensando que esta ciudad ya no me asusta tanto. Es grande, enorme, y en un fin de semana no creo que salga de 1-2 barrios. No conoceré ni un 10%, pero eso ya no es importante para mí.
Mientras la luz sea buena, y la ciudad me ofrezca su encanto, y mi cámara capte los momentos, yo seré feliz… Y algún día volveré…