Llevo muchos meses sin escribir en el blog, quién dice meses, dice casi un año, porque en una semana, volvemos a organizar en el RC Polo el Master Nacional de Tenis en Silla de Ruedas. Y esa fue mi última entrada.
Tengo bastantes temas y cosas pendientes: las fotos de los disfraces de Seúl, los increíbles paisajes del Salar de Uyuni… Pero ya vendrán.
Hoy, de momento, quiero escribir nuevamente, sobre el valor de la fotografía, lo que me aporta, lo que me da, lo que me llena.
En mi opinión, la fotografía es arte puro, es esencia, y cuando se vive con esencia, no se puede mecánicamente salir a fotografiar si no hay inspiración. Después de muchos años fotografiando, sé que hay épocas de más fotos y épocas de menos, pero no le temo a las épocas de sequía, simplemente las valoro como una parte más del proceso.
Este verano, tuve la magnífica oportunidad de reencontrarme nuevamente con el arte, con esa fotografía poderosa que siempre me ha fascinado, entusiasmado, que me motiva para sacar mi cámara y no parar de disparar.
El 20 de agosto, con mi familia y Mali, en un road trip increíble, llegamos a Génova. Salimos del hotel para dar una vuelta y conocer un poco la ciudad y al llegar a una plaza, vi anunciado lo siguiente: “Elliot Erwitt: Kolor”. Tenía que entrar. Era domingo a las 18h, la expo cerraba a las 19.30h y nosotros al día siguiente ya emprendíamos nuestro camino. Pero ahí estaba ante mí, uno de mis fotógrafos favoritos, en Génova. Y cuando fui a comprar las entradas, la sorpresa mejoró. Había otro fotógrafo exponiendo en el mismo lugar, Vivian Maier: la única, la ahora famosa “no conocida”, la de los autorretratos en cada rincón y el ojo de fotógrafo más natural que he visto en mi vida.
Así que Mali y yo dejamos a mi familia conociendo Génova para adentrarnos en esas dos expos, dos fotógrafos totalmente diferentes fotografiando lo mismo: New York, su mundo, su vida.
Y como las sorpresas vienen juntas, la expo de Elliot Erwitt era inédita, sus fotos a color, nunca antes vistas, con su humor habitual, sus ganas de hacernos reír con sus perros, sus comentarios, su espontaneidad. Al final de la expo de Erwitt nos encontramos una sala entera llena de fotos hechos por su alter ego: ASS, el que se reía del mundo moderno, de lo contemporáneo, de lo fácil. El que le tomaba fotos a maniquíes porque no pueden hablar y solo se tiene que invertir en ellas una vez en la vida. «Well, for one thing mannequins don’t talk back and they are a one-time investment. Got to watch your overhead these days.» – André S. Solidor.
Feliz, renovada, motivada con esos fotógrafos que me siguen aportando tanto, que no cansan, que se manifiestan, siempre, en los momentos más necesarios, para recordarme, cuando parece que lo había olvidado, que la fotografía tiene poder.
Elliot Erwitt, sobre Kolor: «Ideas, wonderfully entertaining as they can be in conversation as seduction, have little to do with photography. Photography is the moment, a synthesis of a situation, an instant when it all comes together. That’s the elusive ideal.»