Cuando visito exposiciones, siempre pienso lo mismo. La fotografía tiene poder. No únicamente el poder de recolectar hechos históricos y de denunciar injusticias. Tiene el poder de hacer especiales momentos cotidianos, de convertir en protagonistas a personas anónimas, de darle valor al mundo urbano, a las cosas que de otra manera serian sencillas.
La fotografía tiene el poder de congelar cualquier momento y hacerlo único. Por eso amo la fotografía. Por eso amo caminar por las calles con mi cámara y hacer míos esos instantes: el señor que alimenta palomas, la pareja que camina de la mano por un barrio en ruinas, el dueño de una pequeña peluquería que la cuida con todo su corazón…
De las miles de millones de fotografías que se toman cada día en el mundo este es mi granito de arena.