Silencio, paz y Hiroshi Sugimoto

Silencio, paz y Hiroshi Sugimoto

Hace unas semanas visité la exposición «Black Box» de Hiroshi Sugimoto.  Ese mismo día, en todas mis redes sociales conté entusiasmada que había presenciado algo realmente increíble.  Ahora mismo, cierro los ojos y me sigo imaginando las salas de la Fundación Mapfre Barcelona, y ese silencio sepulcral que invadía todo, quizás porque todas las personas estábamos viviendo una experiencia única.

Black Box para Sugimoto significa más que una simple caja negra.  Es el principio y el fin.  Donde nacemos y dónde morimos.  El lente fotográfico interno que tenemos todas las personas durante toda la vida.

Sugimoto replantea, en todas sus series, el concepto del arte y el significado del mismo.  Similar a cómo hacía Duchamp con sus urinarios.  No los estoy comparando porque crea que sus artes se parezcan, en absoluto.  Pero Sugimoto ha dicho en ocasiones que le gusta y se siente inspirado por el arte de Duchamp.

Mientras caminaba por las salas, todas sus series me llevaban a lugares inauditos, me hacían sentir cosas que sólo la fotografía, con su quietud y su paz, pueden hacerme sentir.

“Paisajes Marinos” es una serie de horizontes totalmente simétricos, fotos tomadas con largas exposiciones en muchos lugares del mundo.  Una serie inacabada qie tiene más de 200 fotos.  Una experiencia para los sentidos.  Podría haberme quedado mirando fijamente cualquier Paisaje Marino durante horas.  El mar, cómo nos gusta el mar a los que lo hemos tenido siempre cerca.

La serie “Retratos” quizás no es tan mística ni mágica para el espectador, pero la explicación técnica y logística de cómo retrató Sugimoto es simplemente increíble.  Sus modelos no son modelos vivos, son figuras de cera de diferentes museos del mundo, llevados a su estudio, iluminados y retratados con exposiciones largas.  Es en estos momentos cuando su frase: “No importa como de falso es el tema, una vez fotografiado, es como si fuera real” cobra toda la veracidad que se merece.

Y para mí, la serie maestra, la que me atrapa y me cautiva indefinidamente es la de “Cines y Autocines”.  Una sala vacía, una película que comienza, una foto hecha con una exposición de 2 horas.  Una sala vacía, una pantalla en blanco, pero una imagen que cuenta 2 horas de historia, aunque no la veamos.  El mundo sigue, pero esa sala está en silencio.  Esta serie es sin duda alguna una reflexión sobre el tiempo, ya que aunque la fotografía en principio captura un instante, un momento, estas series capturan mucho más que eso, son “no instantáneas” que en una única imagen cuentan una historia muy larga.

Sugimoto es un artista de la fotografía, es técnico, es perfeccionista, cree en las secuencias y en las series para explicar algo.  Pero además, es un gran contador de historias, un gran manipulador de la ficción para generar realidades que todos entendemos gracias a la belleza que transmiten sus imágenes.

Cierro los ojos y aún me veo allí.  Estoy feliz de saber que sus series no están acabadas, que él sigue buscando el mar perfecto, el cine abandonado, el edificio arquitectónico ideal para desenfocarlo…  Estoy feliz de haber podido ver una exposición tan purista, tan ordenada, tan personal y a la vez tan abierta a que cada uno pueda interpretar, y vivir, y soñar.

Altamente recomendada, en Barcelona hasta el 8 de mayo.  Más info aquí.

Por cierto, no dejan tomar fotos en ninguna sala, así que acompaño esta entrada con una foto “prestada” de internet.

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